samedi 15 août 2020

Caminando Tel Aviv/ Old Jaffa

Después de los días en Jerusalén y en Petra mirando hacia el pasado, al menos 2000 años, me trasladé 4 días a Tel Aviv, a vivir la cultura y la historia más reciente, aun sus obvias excepciones. 

Todo me gustó de esta visita, salvo el clima que me aguó un poco algunos panoramas: no había nevado en años y justo este enero nevó, y cortaron los caminos hacia Jerusalén y el Mar Muerto, así que no pude visitarlo (menos mal en Chile está la laguna Cejar, que tiene un efecto parecido). En cambio, desde acá pude organizar las visitas al norte del país hacia Galilea y siguiendo la ruta marítima a Haifa y Rosh Hanikra, sin ninguna dificultad, pero incluso sin salir de la ciudad estaba feliz, la verdad lo disfruté muchísimo tanto por la variedad de cosas que se pueden hacer y por lo accesible que resulta. 

El hotel elegido fue el Grand Beach (https://www.grandhotels-israel.com/) que cumplió con la expectativa de excelente vista, muy buena ubicación, desayuno con un Hummus de lujo y un muy buen servicio, donde me indicaban qué bus tomar para donde les indicara que quería  ir.





Mi barrio me gustó muchísimo, está justo frente a la playa Metsitsim, y cerca de la parada del bus, para ir al centro comercial, y a Old Jaffa, donde pasé la mayor parte de mis días, además del Old Port Area.

Mi primera visita fue aventurarme en bus para hacer algunas compras al Dizengoff Center, muy concurrido. Encontré ofertas en Pandora y Accezorize, además de Castro, una tienda de ropa de mujer estilo Zara, que ya había visto en Mamilla.



Ahí me di cuenta que se podía regresar caminando, así que así lo hice y me encontré con un simpático restaurante vecino Room Service Bar, donde comí muy rico (falafel con espinaca), tomé vino local (regular), traté de conversar como pude, y lo más importante, descubría a una banda fabulosa, que hasta hoy me hace bailar: Balkan Beat Box, con su Dancing with the Moon.


Una visita que me encantó y que es de mis favoritas de este viaje fue Old Jaffa o Yafo, donde también llegué en bus desde mi hotel. 

La antigua ciudad, pertenece a la misma municipalidad de Tel Aviv, está situada al sur de la ciudad y emplazada en una colina justo al Mediterráneo, formando un antiguo puerto que ha estado operativo desde hace más de 4000 años, de acuerdo reza la placa informativa que me recibe.

Yo partí mi recorrido de arriba hacia abajo, así que lo primero que me encontré fue con el head quarter de Mayumana, donde se dice que se da el mejor show de la ciudad, agotado durante mi estadía,  una pena.


Luego a perderse entre las escaleras y las casas de ladrillo, de este gentrificado barrio, que ha pasado durante de los años de destrucción a destrucción, para ahora ser recogido por artistas, galeristas,  restaurantes y nuevos habitantes que lo han restaurado con respeto, más en algunas partes con un aire más cosmopolita.



Vine acá de día y de noche y la impresión fue exactamente la misma, había mucha onda, y mucha vida, alrededor de la música y las luces.




Entre tanto sube y baja , y curva para todos lados, aparecían las vistas del puerto y del mar, vivo, pero revuelto con la tormenta.




Hubo una porción más estrecha de dedicada a los signos del zodiaco, indicados en azulejos preciosos, donde fue bonito perderme.



Mi visita favorita para las compras fue Adina Plastelina (https://www.adinaplastelina.com), que es una joyería preciosa donde trabajan con la técnica de Millefiori de Murano, pero en polímero, formando coloridas piezas, de las cuales me las hubiese traído todas, incluyendo una Hamsa, con una bendición en español y muchas joyitas con granadas, la fruta favorita de mi mamá
.





La tienda que además tiene sede en el barrio de Sarona, funciona como taller y museo, conservando los cimientos de la anterior casa y una colección de objetos encontrados, y que por supuesto se puede visitar, por lo que resulta mucho más que una parada de compras, además porque las chicas que atienden son muy simpáticas.


Ya habiéndolo comprado todo lo que pude, seguí recorriendo los escalones y las curvas, encontrando cada esquina y pasadizo más bonito que otro, me imaginaba la ciudad con menos viento y frío eso sí,  aunque menos mal no llovía.




El puerto lucía antiguo, aunque se ve que se estaba restaurando, pero con el mal clima imposible ver algo navegando sin riesgo.




Del lado contrario al mar habían muchos restaurantes.



Al nivel ya del mar, encontré un sitio excepcional, Na Laga´at Centre (https://nalagaat.org.il), donde funciona un teatro integrativo para personas con discapacidad visual y auditiva, y donde funciona el restaurante Dark Out, donde se sirve la comida en total oscuridad, para trasladar al vidente al mundo del que no puede ver y atendido por personas ciegas o que presentan alguna discapacidad visual,  también lamentablemente cerrado durante mi visita.




Ya habiendo limitado con el teatro por el sur, me dirigí por la orilla del mar hacia de vuelta al norte, descubriendo como esta zona tan antigua, se va a ir progresivamente rejuveneciendo, como ha pasado en tantas otras ciudades, aspirando al parecer a fundirse con los edificios cercanos de la parte de la ciudad más moderna.




En la parte más plana, se encuentra una zona más árabe de la ciudad antigua, presidida por la Torre del Reloj, que data de 1901, y que es resabio de la ocupación Otomana, que además influye toda la arquitectura de esta porción.



El imperdible de esta parte para tomar café con lo que a uno se le ocurra de masas es Abouelafia Bakery, donde probé unas braklavas de lujo, aunque el rey era una especie de quiche con queso, huevo y cebolla, por el que había fila, cada vez que pasé.


Desde allí decidí regresar caminando a Tel Aviv y hacer el recorrido caminando sobre la porción de la ciudad que me faltaba, incluyendo más paradas de compras y probar lo rico que se me iba cruzando. No es difícil cruzar la ciudad andando, porque es plana y es fácil llegar a todos lados. 



Primera parada Mercado Carmel, que no fue tan impresionante como había leído, creo que la porción que visité era medio feria persa chilena, por eso no le encontré un gran brillo.

Segunda parada e inspirada por las enseñanzas de mi amiga Cathy, que es arquitecta y por quien he desarrollado un poco de idea sobre el tema, atravesé la llamada Ciudad Blanca, donde se encuentran los mayores exponentes de la escuela Bauhaus, presente en los años 20 y 30 en Alemania y que esta listado como Patrimonio de Unesco desde 2003.







Es súper interesante como se despliega la ciudad en esta parte, porque es antigua, pero moderna a la vez y está siendo restaurada en una clave muy artística también. Caminé por Boulevard Rothschild en cuyos lados hay bancos, lindos cafés y galerías de arte, además de un parque intermedio para caminar mirando a lado y lado.


Para comer un pequeño snack entré a Max Brenner que impresiona primero por el diseño y luego por el chocolate, que es delicioso, además de todo el merchandasing alusivo al chocolate lo que la hace una parada precisa, linda y rica.



Y continué mi caminata hacia el que se decía el mejor centro comercial Azrieli Mall, que eran dos torres enormes, una de ellas con un observatorio, pero tampoco me gustó, fue una caminata intensa desde donde estaba, pero más allá de comprar unos discos de Balkan Beat Box disfrutar de lo lindo de los edificios, no fue muy interesante. 


De regreso quise pasar a comprar más Adina Plastelina, esta vez a la sede de Sarona Market, que también es un lugar super bonito para visitar. Lo que antes fue una colonia alemana, incluso con presencia Nazi, hoy es un lugar de paseo y compras muy entretenido, que restauró los bloques habitacionales de antaño en tiendas, rodeadas de hermosos jardines, lo único malo que llegué sobre el cierre de las tiendas y no me quedó otra que volver a Jaffa, otro día, para mis compras. 


Al final de este recuento no puedo más que decir que esta ciudad que me encantó, está lleno de lugares de muy lindo diseño, moderna, pero antigua a la vez, se agradece el descanso que permite respecto de la intensidad de las visitas más católicas de Jerusalen y Belen, y que parece más tranquila y en paz que el resto del país. Yo volvería feliz, y la recomiendo plenamente. 




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